23 de septiembre de 2009

ojo con hablar de mi ojo

Yo, como cualquier hijo de vecino, tengo una marca, un distintivo, algo singular, que hace que la gente, sin que le diga nada se da cuenta que estoy hecha percha, agotada, muerta y fusilada.
A mi, no solo las ojeras se me evidencian de manera exponencial, sino que además se me cae (si, caaae!) el párpado del ojo derecho. Sin darme cuenta, mi ojo comienza a cerrarse, nunca por completo, pero notoriamente se achica. El músculo del párpado se declara en huelga cuando estoy agotada, y simplemente le da pereza levantarse bien alto.

Ahora... de ahí a que me digan:

Gorda, tenés cara de moribunda.
Che, estás demacrada, pendex.
Vos necesitás relajarte con un mojito y playa, estás pésima.
Uff... tenés mala semana, no? Te ves fusilada.

De 5 personas que vi, y hablé, en la facu, 4 hicieron estos comentarios desubicados.
Una se cansa y lo exterioriza.
Eso nos hace humanos, che!
No me rompan.... la paciencia.